Antonio Vivaldi: El violín del Cura Rojo

miércoles, mayo 17, 2017

Las olas del mar chocan con suavidad contra las casas, con puentes que conectan las calles de la ciudad, iban y venían, no tenían fin. Los vaivenes de las olas se mecían imitando a una canción de cuna, la brisa fresca que llega a los transeúntes, el vuelo de las gaviotas; seguramente hubo una inundación recientemente. Es 23 de marzo, los fríos han cedido, el canto de los pájaros daban bienvenida a la época de fertilidad y del colorido de paisajes. Es primavera de 1703.

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Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741).  Retrato de Sardelli.
Fuente: El Cultural
La ciudad de Venecia es la ventana de Europa, anclada en el Mar Adriático, es una Ciudad-Estado conocida como La Serenissima, como tantos pequeños estados-principados tuvo  Italia. La ciudad es próspera económicamente, es el puerto más importante que conecta con oriente, es la ruta comercial obligada, todo cuanto viene de Asia pasa por esta ciudad. Aquí encuentras lo más exótico, sus visitantes extranjeros que hablan idiomas desconocidos, los productos traídos de oriente, las pelucas empolvadas, los lunares postizos que tenían un significado (Dependía su ubicación para dar un mensaje. Por ejemplo: quiero ligar, estoy casada, estoy prometida, estoy cachonda) y  los antifaces para celebrar el Carnaval (Hasta nuestros días se ha conservado).

Es la ciudad del viajero Marco Polo, del famoso aventurero y libertino Giacomo Casanova, del pintor Giovanni Bellini y de músicos como: Tomasso Albinoni, famoso por su Adagio en Sol; Antonio Caldara y los hermanos Marcello. Esta ciudad tiene especial atracción para los artistas, han desfilados pintores como Tiziano, Tintoretto, Veronés, Giorgione; la reunión de grandes artistas en esta ciudad es gracias al patrocinio de los señores amantes del arte.

La ciudad de Venecia se encuentra mar adentro. Cuando la marea sube, llega más allá de los canales inundando las calles, los habitantes de esta ciudad ya están acostumbrados,  como tal, no ha habido ninguna inundación, y si lo hubiese, los venecianos han inventado un medio de trasporte local las góndolas.

Es el año de 1678, Venecia vive su apogeo comercial y artístico, la ciudad verá nacer al veneciano más famoso, su nombre resonará con su música en todos los rincones de Europa. El 4 de marzo, se escuchó un chillido de una criatura, no paraba de llorar; la oscuridad no permitía vislumbrar al niño ni a la mujer que daba a luz, era una habitación oscura alumbrado con una vela que apenas permitía ver la cara a los presentes. En el documento bautismal oficial del nuevo cristiano lleva por nombre: Antonio Lucio Vivaldi.

La sociedad occidental en lo que va del año 1600 a 1750, llamada Época Barroca, la conforma el rey y su corte, príncipes, mercaderes y el resto de la población. Y  el clero, personas encargadas hacer menos pesada la vida del resto de los ciudadanos y atormentar con la idea del infierno y recaudar para el estado papal; lo único que podía aspirar el hijo de cualquier vecino es ser clérigo y con ello, ser secretario de un príncipe o de un cardenal.

Al parecer, el destino de Antonio Vivaldi innegablemente era ser clérigo, no hay mucha elección, ser clérigo o un don nadie. Aunque, existe un camino, ser artista. Los artistas son bien pagados, con un poco de suerte y talento, quizá encuentre un lugar en la corte de un príncipe rico.

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Antonio Vivaldi (1678-17419.
Fuente: Aciprensa
A lo lejos, se oyen las campanas de las iglesias de San Marcos  y San Michele. Es medio día, los pasos de las personas se apresuran para llegar antes que comience la celebración. Los fieles no se pierden ni un domingo para asistir a misa. Es un día soleado, un grupo de personas se ha detenido para refrescarse bebiendo agua, el sol pega muy fuerte, ya se ha colocado en lo alto del horizonte. Una joven se queja con la mamá que le han encargado vestir a sus hermanos más pequeños, se les está siendo tarde.

El silencio de la iglesia envuelve al alma en una paz infinita, es un momento de comunión con el Creador. Los cirios alumbran la parte central de la iglesia, en el centro la imagen de un Santo, patrono de la ciudad. Unos cuantos rayos de sol atraviesan las ventanas. A lo lejos se oye un himno litúrgico, una melodía profunda y contemplativa. Es un día muy especial, es la ordenación de un nuevo cura, los feligreses henchidos de alegría y festividad porque un alma nueva será el encargado de guiarlos en el camino a la salvación y acceso a la gloria de Dios.

El aroma a incienso es asfixiante, el silencio es fantasmal, todos están a la expectativa, nadie quiere perderse la ordenación del nuevo candidato a sacerdote. Una voz seria y algo cansado, comienza diciendo: ¡In nomine di Patris, et Filii, et Spiritus Sancti!.

El nuevo cura tiene la mirada clavado en el suelo, y otras cuantas veces, ve al público, sin fijarse en alguien en particular. Tal vez, recuerda su primer día en el seminario, han pasado diez años desde entonces. El nuevo sacerdote no tiene más de 25 años, es un chico delicado, de nariz aguileña, cabellera roja, parecía enfermizo. Es 23 de marzo de 1703, es su primer día como cura, a partir de ahora, podrá oficiar misas dominicales, bautizos, o algún casamiento de algún rico comerciante. Ese chico enfermizo, en palabras del Cardenal se llama: Antonio Lucio Vivaldi.

Antonio Lucio Vivaldi conocido con el sobrenombre “Il Prete Rosso” (El Cura rojo), debido a que era pelirrojo y cura de la iglesia; padecía de asma y que lo acompañó en toda su vida, razón por la cual se retiró de las iglesias. Ofició misa durante un año. Se cuenta que tuvo que retirarse en tres ocasiones en misa. Cuando le daba el ataque de asma, que eran frecuentes, no había poder humano que ayudara. Al ser acusado de ser un sacerdote de no oficiar misa, Vivaldi respondía no por placer ni por voluntad propia, sino por una grave enfermedad que le ha acusado desde la infancia y que le seguía atormentando.

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Ospedalle della Pietá.
Fuente: Wikipedia
Il Prete Rosso al ser excusado por el Cardenal de oficiar misa a causa del asma, su alejamiento de las iglesias como cura es un retorno a su primera pasión. La música fue mayor que su vocación de clérigo. Vivaldi entra de lleno a la música como compositor; meses antes de dimitir como cura había ingresado como Maestro di violino en el Ospedalle della Pietà, un orfanato de niñas huérfanas. La Pietà fungía también como escuela de música en Venecia, en este lugar las niñas huérfanas recibían instrucción musical, muchos de los conciertos para violín de Vivaldi los tocaron primero sus estudiantes, algunos los escribió pensados para ellas.

El gusto de “Il Prete Rosso” por la música nace en el seno familiar con Giovanni Battista, padre del compositor. Gianbattista, como le llamaban familiarmente, enseño a tocar a Antonio el violín, luego recorrió toda Venecia tocando con su hijo. Gianbattista Vivaldi fue un destacado violinista, probablemente de ahí heredó Vivaldi el virtuosismo de su padre.

El periodo barroco se caracteriza por el gusto excesivo de la ornamentación y la complejidad de las formas. En la música es el nacimiento de las nuevas formas musicales como: la ópera, el concierto y el bajo continuo. Antonio Vivaldi le toca vivir esos cambios y nuevos gustos musicales, en su tiempo fue más conocido y famoso como compositor de óperas que compositor de conciertos. 

En la música instrumental desarrollo la nueva fórmula del concierto con su "L’Estro Armonico" (1712), dando al concierto el modo habitual de tres tiempos (Rápido-Lento-Rápido), otorgó libertad al solista de improvisar pasajes complejos y difíciles que el resto era difícil tocar, e independencia al crear el diálogo entre solista y orquesta. Tan grande fue la fama de Vivaldi en el concierto, que se regó como pólvora en toda Europa, llegando a las manos de Johann Sebastian Bach, este último transcribió algunos de ellos para clavecín.

Hoy en día, Antonio Lucio Vivaldi es famoso por sus Cuatro Estaciones (Le Quattro Stagioni). El también llamado “Il Prete Rosso” (El Cura Rojo), como se le conoció, representa la culminación de la música barroca italiana; la música de adornos excesivos y extravagante, caprichoso y artificioso.  

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