El Mesías: El milagro de Händel
miércoles, diciembre 14, 2016
Los gritos y palabrerías que
salía en esa calle eran en verdad intimidantes, hasta el hombre más seguro de
sí saldría corriendo de ese apartamento; los transeúntes de esa calle de
Londres se detenían frente a ese edificio mirando y escuchando ese espectáculo
vocal, las personas que vivía en Brook Street era habitual, ya estaban
acostumbrados de esas idas y venidas, gritos y sollozos de cantantes. El dueño era el músico alemán Georg
Friedrich Händel.
La Resurrección de Cristo. Raffaelino del Garbo (1466/1476 - 1524). Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki |
El médico hizo unas preguntas
habituales, los criados respondieron que tenía cincuenta y dos años, a las
palabras del médico: -Es una mala edad para enfermarse-. El médico diagnosticó
apoplejía. El gran maestro ya no podría crear grandes óperas, oratorios ni
música instrumental porque tenía paralizado el cerebro, la mitad del cuerpo
inmóvil, que significaba nada de composición, sólo esperar un milagro: es el
fin del Caro Sassone.
Los problemas de salud del gran
músico alemán, el que hacía tronar el clavecín a altas horas de la noche, el
que hacía sollozar a los cantantes y salían corriendo de su estudio por haber
dado una nota falsa, el que salvó el teatro londinense de la ruina componiendo
operas llenos de dramatismo, el que invirtió todos sus ahorros a esa empresa, caía ante las presiones que ejercían sus acreedores, los críticos y cantantes.
Las instrucciones del médico
era alejarse por un rato de los teatros, nada de componer ni tratar con
cantantes, Händel se veía acabado en el mundo musical londinense, la moda del
Caro Sassone había quedado en el olvido, el gusto por su música se había
apagado.
En 1740 se exiliaba en su departamento, suplantado
por otros artistas, olvidado por el público que tanto encantó con su música,
óperas y oratorios. En algún momento pensó en marcharse a Francia, Alemania, Italia o Irlanda donde aún
apreciaban su música.
Georg Friedrich Händel (1685-1759). Compositor alemán. Fuente: Bachtrack |
El hombre de la carta es el
poeta Charles Jennnes (1700-1773), ya había escrito algunos libretos para Händel (Saúl e Israel en Egipto), le decía que ensalzara su nuevo poema con su genialidad, que sus
palabras se convirtieran en melodía. El nuevo poema que le remitía dicho poeta
es Phoenix Musicoe, el poeta confiaba en el gran músico, que inmortalizara su
poema y pasar a la eternidad. El Caro Sassone se sentía burlado, tomándolo como
una broma de mal gusto, aprovechado la situación por los contrincantes y
críticos para acabar de hundirlo y desaparecerlo: -¡Dios me ha abandonado!-, se dijo así mismo.
Al no poder dormir esa noche,
fue más la curiosidad por saber qué contenía ese poema, se levantó a leer el
libreto. Cuando más sientes que Dios te ha abandonado, más cerca está Él. El
destino entretejía discretamente el consuelo del alma del gran músico,
recuérdenlo, la divinidad tiene un lado misterioso.
Al leer la portada, decía: El Mesías, -¡Un oratorio más!, pensó. Los tres anteriores fueron verdaderos fracasos. La primera línea, decía: Conmfort ye! - Consolaos! Una repuesta divina a su desdicha. -¡Así se dirige el señor!- Es la voz que esperaba escuchar. -¡El señor que buscas se te revelará!- La verdad que su alma inquieta buscaba. Pasaba los dedos más allá de las páginas, se leía: -¡Él es el fuego purificador!- Renacer de aquel estado en que se encontraba. -¡Levántate que él está en ti!- Las fuerzas que le faltaban para enfrentar la realidad. -¡Él os dará reposo!- La paz interior que tanto deseaba. -¡Fue despreciado por los hombres!- El público que lo idolatraba y lo había abandonado. -¡Tu no permitiste que su alma llegara al infierno!- No abandonó este mundo hasta haber creado una obra que ayudara a su prójimo. -¡El señor pronunció su palabra!- -¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!- Con estas palabras llenas energía y consuelo, se puso a escribir unas cuantas notas que inspiraban esas palabras, no hubo mejor momento la llegada de ese poema, siguió escribiendo toda la noche sin darse cuenta del tiempo.
Así estuvo durante tres semanas en su habitación sin que le
molestasen, y claro, el criado era el encargado de lidiar con los acreedores,
mensajeros o solicitudes para componer música de ocasión, que su amo fuese interrumpido en
su labor; la comida se la dejaban en la puerta sin hacer ningún ruido para que
el maestro siguiese trabajando. Händel ya no sabía ni la hora, qué día
era, no distinguía el día de la noche,
la inspiración fluía como como copos de nieve en invierno, como si un ser
sobrenatural lo poseyese, a pesar de sus dolencias y achaques, lo que sí sabía
era el tiempo, el ritmo, la melodía que debía tener esa majestuosidad de obra
que lo catapultaría para la eternidad.
Al leer la portada, decía: El Mesías, -¡Un oratorio más!, pensó. Los tres anteriores fueron verdaderos fracasos. La primera línea, decía: Conmfort ye! - Consolaos! Una repuesta divina a su desdicha. -¡Así se dirige el señor!- Es la voz que esperaba escuchar. -¡El señor que buscas se te revelará!- La verdad que su alma inquieta buscaba. Pasaba los dedos más allá de las páginas, se leía: -¡Él es el fuego purificador!- Renacer de aquel estado en que se encontraba. -¡Levántate que él está en ti!- Las fuerzas que le faltaban para enfrentar la realidad. -¡Él os dará reposo!- La paz interior que tanto deseaba. -¡Fue despreciado por los hombres!- El público que lo idolatraba y lo había abandonado. -¡Tu no permitiste que su alma llegara al infierno!- No abandonó este mundo hasta haber creado una obra que ayudara a su prójimo. -¡El señor pronunció su palabra!- -¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!- Con estas palabras llenas energía y consuelo, se puso a escribir unas cuantas notas que inspiraban esas palabras, no hubo mejor momento la llegada de ese poema, siguió escribiendo toda la noche sin darse cuenta del tiempo.
Charles Jennens (1700-1773). Poeta inglés. Fuente: https://en.wikipedia.org |
Las tres semanas fue silencio
absoluto en aquel apartamento, no necesito más unas cuantas hojas pautadas, un
clavicordio y la genialidad y la compañía de la Providencia, pero, como todo,
llegó el día; el 14 de septiembre de 1741, Händel había concluido la obra; un milagro,
se había cumplido la profecía.
El desgaste físico y emocional
lo había extenuado tanto que se sumergió en un sueño placido e imperturbable,
el criado y el asistente al percatarse de este sueño nada normal, deciden ir en
busca del médico temiendo que sucediera algo malo, la sorpresa que se
encontraron al entrar en la habitación
del gran músico, gritándoles con alegría y energía: -¡He resucitado!-.
El músico se sentó frente al clavicordio para dar una
probadita de su creación divina, cautivó a los presentes con el júbilo y
exaltación de la melodía que se desencadenaba. El doctor admitía que nunca
había visto tal milagro, pensó, un demonio poseía ese cuerpo; entonces, Händel
gira dando la espalda al clavicordio, diciéndoles: -¡Dios ha estado conmigo!-.
Uno de los destinos para Händel era ir a Irlanda después de caer enfermo; cuatro misteriosos hombres
bien vestidos se presentan en la casa de Abbey Street, en Dublín; domicilio del
gran músico. En ese momento Händel se encontraba allí para descansar,
proponiéndole estrenara su nuevo oratorio: El Mesías, que les había llegado a
oídos del público que había asistido a un ensayo, habían salido embelesados de
tal magnificencia, con el corazón opreso por el sonido y las voces que salían
de esa obra, clamando la venida del hijo de Dios y cuando escucharon el
¡Aleluya! El ímpetu, energía y la alegría victoriosa, los oyentes sintieron la
divinidad estaba entre ellos, como dijo el músico: -"Creo que he visto el cielo delante de mí y también a Dios"-.
El rey Jorge II se puso de pie al oírla por vez primera. Las entradas que se vendieran en la primera
audición serían para recaudar
fondos para instituciones de
beneficencia pública destinados a los presos de cárceles lejanos y los enfermos
de los hospitales, y la recaudación de los demás conciertos sería para el gran
músico Georg Friedrich Händel, contestándoles el último: por nada del mundo
aceptaría tal dinero por tal obra, explicando que él estuvo enfermo también,
jamás aceptara un centavo, la obra me ha sanado. Desde aquella fecha la
recaudación por las entradas que se hace por cada representación del Oratorio El Mesías, se destina a instituciones de
beneficencia.
Jorge II rey de Gran Bretaña e Irlanda (1683-1760). Fuente: https://es.wikipedia.org |
El estreno de El Mesías de
Georg Friedrich Händel, fue el 13 de abril de 1742 en Dublín. La gente que
asistiría a ese concierto por primera vez se aglomeraba para escuchar una obra
maestra única, la fama de la obra se extendió rápidamente por el mundo.
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