Las
olas del mar chocan con suavidad contra las casas, con puentes que conectan las
calles de la ciudad, iban y venían, no tenían fin. Los vaivenes de las olas se mecían
imitando a una canción de cuna, la brisa fresca que llega a los
transeúntes, el vuelo de las gaviotas; seguramente hubo una inundación
recientemente. Es 23 de marzo, los fríos han cedido, el canto de los pájaros
daban bienvenida a la época de fertilidad y del colorido de paisajes. Es primavera
de 1703.
Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741). Retrato de Sardelli. Fuente: El Cultural |
Es
la ciudad del viajero Marco Polo, del famoso aventurero y libertino Giacomo
Casanova, del pintor Giovanni Bellini y de músicos como: Tomasso Albinoni, famoso por su Adagio en Sol; Antonio Caldara y los
hermanos Marcello. Esta ciudad tiene especial atracción para los artistas, han
desfilados pintores como Tiziano, Tintoretto, Veronés, Giorgione; la reunión de
grandes artistas en esta ciudad es gracias al patrocinio de los señores amantes
del arte.
La
ciudad de Venecia se encuentra mar adentro. Cuando la marea sube, llega más allá de los
canales inundando las calles, los habitantes de esta ciudad ya están
acostumbrados, como tal, no ha habido
ninguna inundación, y si lo hubiese, los venecianos han inventado un medio de
trasporte local las góndolas.
Es
el año de 1678, Venecia vive su apogeo comercial y artístico, la ciudad verá
nacer al veneciano más famoso, su nombre resonará con su música en todos los
rincones de Europa. El 4 de marzo, se escuchó un chillido de una criatura, no
paraba de llorar; la oscuridad no permitía vislumbrar al niño ni a la mujer que
daba a luz, era una habitación oscura alumbrado con una vela que apenas permitía ver la cara a los presentes. En el documento bautismal oficial del nuevo cristiano lleva por nombre: Antonio
Lucio Vivaldi.
La sociedad
occidental en lo que va del año 1600 a 1750, llamada Época Barroca, la conforma el rey y su corte, príncipes, mercaderes
y el resto de la población. Y el clero, personas
encargadas hacer menos pesada la vida del resto de los ciudadanos y atormentar
con la idea del infierno y recaudar para el estado papal; lo único que podía
aspirar el hijo de cualquier vecino es ser clérigo y con ello, ser secretario
de un príncipe o de un cardenal.
Al
parecer, el destino de Antonio Vivaldi innegablemente era ser clérigo, no hay
mucha elección, ser clérigo o un don nadie. Aunque, existe un camino, ser
artista. Los artistas son bien pagados, con un poco de suerte y talento, quizá
encuentre un lugar en la corte de un príncipe rico.
Antonio Vivaldi (1678-17419. Fuente: Aciprensa |
A
lo lejos, se oyen las campanas de las iglesias de San Marcos y San Michele. Es medio día, los pasos de las
personas se apresuran para llegar antes que comience la celebración. Los fieles
no se pierden ni un domingo para asistir a misa. Es un día soleado, un grupo de
personas se ha detenido para refrescarse bebiendo agua, el sol pega muy fuerte,
ya se ha colocado en lo alto del horizonte. Una joven se queja con la mamá que
le han encargado vestir a sus hermanos más pequeños, se les está siendo tarde.
El
silencio de la iglesia envuelve al alma en una paz infinita, es un momento de
comunión con el Creador. Los cirios alumbran la parte central de la iglesia, en
el centro la imagen de un Santo, patrono de la ciudad. Unos cuantos rayos de
sol atraviesan las ventanas. A lo lejos se oye un himno litúrgico, una melodía
profunda y contemplativa. Es un día muy especial, es la ordenación de un nuevo
cura, los feligreses henchidos de alegría y festividad porque un alma nueva
será el encargado de guiarlos en el camino a la salvación y acceso a la gloria
de Dios.
El
aroma a incienso es asfixiante, el silencio es fantasmal, todos están a la
expectativa, nadie quiere perderse la ordenación del nuevo candidato a sacerdote.
Una voz seria y algo cansado, comienza diciendo: ¡In nomine di Patris, et Filii, et Spiritus Sancti!.
El
nuevo cura tiene la mirada clavado en el suelo, y otras cuantas veces, ve al
público, sin fijarse en alguien en particular. Tal vez, recuerda su primer día
en el seminario, han pasado diez años desde entonces. El nuevo sacerdote no tiene
más de 25 años, es un chico delicado, de nariz aguileña, cabellera roja,
parecía enfermizo. Es 23 de marzo de 1703, es su primer día como cura, a partir
de ahora, podrá oficiar misas dominicales, bautizos, o algún casamiento de
algún rico comerciante. Ese chico enfermizo, en palabras del Cardenal se llama: Antonio Lucio Vivaldi.
Antonio Lucio Vivaldi conocido con el sobrenombre “Il Prete Rosso” (El Cura
rojo), debido a que era pelirrojo y cura de la iglesia; padecía de asma y que lo
acompañó en toda su vida, razón por la cual se retiró de las iglesias. Ofició
misa durante un año. Se cuenta que tuvo que retirarse en tres ocasiones en misa.
Cuando le daba el ataque de asma, que eran frecuentes, no había poder humano que
ayudara. Al ser acusado de ser un sacerdote de no oficiar misa, Vivaldi
respondía no por placer ni por voluntad propia, sino por una grave enfermedad
que le ha acusado desde la infancia y que le seguía atormentando.
Ospedalle della Pietá. Fuente: Wikipedia |
El
gusto de “Il Prete Rosso” por la
música nace en el seno familiar con Giovanni Battista, padre del compositor. Gianbattista,
como le llamaban familiarmente, enseño a tocar a Antonio el violín, luego recorrió
toda Venecia tocando con su hijo. Gianbattista Vivaldi fue un destacado
violinista, probablemente de ahí heredó Vivaldi el virtuosismo de su padre.
El
periodo barroco se caracteriza por el gusto excesivo de la ornamentación y la
complejidad de las formas. En la música es el nacimiento de las nuevas formas
musicales como: la ópera, el concierto y el bajo continuo. Antonio Vivaldi le
toca vivir esos cambios y nuevos gustos musicales, en su tiempo fue más conocido y famoso como compositor de óperas que compositor de conciertos.
En la
música instrumental desarrollo la nueva fórmula del concierto con su "L’Estro Armonico" (1712), dando al
concierto el modo habitual de tres tiempos (Rápido-Lento-Rápido), otorgó libertad al
solista de improvisar pasajes complejos y difíciles que el resto era difícil
tocar, e independencia al crear el diálogo entre solista y orquesta.
Tan grande fue la fama de Vivaldi en el concierto, que se regó como pólvora en
toda Europa, llegando a las manos de Johann Sebastian Bach,
este último transcribió algunos de ellos para clavecín.
Hoy en día, Antonio Lucio Vivaldi es famoso por sus Cuatro Estaciones (Le Quattro Stagioni). El también llamado “Il Prete Rosso” (El Cura Rojo), como se le conoció, representa la culminación
de la música barroca italiana; la música de adornos excesivos y extravagante, caprichoso y artificioso.